martes, 26 de abril de 2011

Resumen: Marx, El capital (III.1, III.2)

Karl Marx. El capital. Crítica de la economía política. Libro I. Trad. de W. Roces. Fondo de Cultura Económica, México. 1946. Apartados III.1 y III.2
Por Ximena Apáez

Capítulo III
El dinero y la circulación de las mercancías

El Oro es una mercancía dineraria por excelencia. Esto es porque expresa valores mercantiles cualitativos y cuantitativos como una medida de valor en donde se encubre la manifestación del tiempo de trabajo empleado.

Sin embargo, el dinero no tiene precio. Por el hecho de que asume una función de medio de circulación entre las mercarías, el precio del dinero en dado caso, tendría que referirse a sí mismo para encontrar su equivalente, pero en cuanto medida de valor es una idealización expresada en una cantidad monetaria que puede significar un intercambio con otra mercancía. Por esto resulta que la expresión del dinero es un imaginario abstracto.

La forma del precio lleva implícitamente una enajenación en las mercancías, mientras que el dinero sólo expresa una medida ideal del valor. Por tal motivo, el intercambio se efectúa en forma de una mercancía dineraria. El precio es el nombre del trabajo materializado en la mercancía, esto es, el precio es una forma de la expresión del valor.

Los medios de circulación se encuentran en deficiencia ante el proceso de intercambio de las mercancías, desde que el cambio que opera cambiando una mercancía con un valor corriente entre otra mercancía que expresa un valor dinerario, dejando de lado la forma en que ocurre este intercambio. El dinero termina por asumir una función como medio de circulación.

El dinero entonces, se convierte en la expresión del trabajo empleado para contar con este y cambiarlo por una idealización de la mercancía, donde poco importa el tiempo y la dificultad del trabajo que emplearon para crearla.

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